2.7.07

jueves 02.07.1807 – el combate de Miserere

Santiago de Liniers dispuso sus hombres, a unas tres cuadras del Riachuelo, tras cruzar ese curso de agua. A la derecha, dispuso la División Balbiani, cerca de 2 mil hombres (entre los que estaban dos batallones de los Patricios, los granaderos de Terrada, dos escuadrones de Húsares); al centro, la División Elío (recién llegado de Montevideo, tras el desastre en Colonia), con los Gallegos, Pardos, Morenos y Andaluces, cerca de 1650 hombres; el ala izquierda era la División Velazco (el Fijo, Blandengues, Arribeños, Miñones), otros 1650 hombres. En la reserva quedó Gutiérrez de la Concha (con los Dragones, Patricios, Montañeses y Miñones), cerca de 1580 hombres. En total, cerca de 7 mil hombres.

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Enfrente, el ejército inglés tenía la vanguardia comandada por Gower (enviada como avanzada por Whitelocke), con dos brigadas, a las órdenes de Craufurd y Lumley, alrededor de 3 mil hombres. El grueso del ejército, a las órdenes directas de Whitelocke con Auchmuty como segundo, sobrepasaban los 4 mil hombres. La retaguardia, a cargo del coronel Mahon, otros 2 mil hombres. En suma, cerca de 9 mil hombres.

Martín Rodríguez había dejado de vigilar al ejército inglés, que se había fraccionado en tres grupos, creyendo que todos irían íntegramente a Barracas. Con sus hombres, se sumó a las fuerzas de Liniers que desconocía la partición del enemigo. En la mañana del 2 de julio, Gower y la vanguardia, llegaban al Riachuelo, donde vieron formado al ejército de Liniers. Craufurd, que encabezaba la vanguardia, informó a Gower que el número de sus hombres era insuficiente para enfrentar al grueso del ejército de Liniers, pero que la situación hubiera sido muy distinta si todo el ejército inglés hubiera estado en disposición. “Si todo nuestro ejército del otro lado del río hubiera atacado al enemigo allí, estoy convencido que habríamos capturado Buenos Aires” declaró Craufurd en el juicio marcial a Whitelocke, tras la derrota. Gower siguió las órdenes de su jefe y buscó un cruce alternativo; un oficial con más imaginación (y mejor trato con su superior), hubiera avisado a Whitelocke de la situación y, tal vez, propuesto una batalla campal, con todo el ejército, sobre el ejército patriota que estaba mal ubicado. Pero el momento pasó, porque el ejército inglés se encaminó hacia el Paso de Burgos, agua arriba, eludiendo el enfrentamiento. “Mientras proseguíamos nuestra marcha, todo parecía indicar que el enemigo estaba desconcertado por nuestros movimientos” escribió Gower.

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Desde su posición frente al Riachuelo, Liniers vio que iba a ser flanqueado por el ejército inglés, y mandó su caballería para intentar evitar el paso. Tal vez, de saber que estaba frente a una avanzada y no todo el ejército, como suponía, Liniers pudo haber enviado todos sus hombres sobre la vanguardia inglesa y eliminarla. La superaba en número y el grueso del ejército inglés estaba a 8 horas del campo de batalla. Pero Liniers creyó que el movimiento era una hábil maniobra de distracción del ejército inglés, que buscaba entrar por la ciudad por el oeste. La caballería enviada por Liniers no logró su objetivo: Gower envió la brigada de Craufurd que dispersó la caballería de Liniers con unas cargas de cañón. Para evitar la posible entrada a la ciudad, una vez cruzado el Riachuelo, Liniers tomó la división Velazco, dando órdenes que lo siguiera la división Elío y, cruzando por el puente de Gálvez, a marcha forzada se dirigió a los corrales de Miserere, en una marcha sobrehumana por los pésimos caminos.

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A la una de la tarde, Gower cruzaba el paso de Burgos, sin problemas, pudiendo ver, a unos 10 km, el grueso del ejército de Whitelocke cruzando la barranca, con dirección oeste. Gower marchó hacia los corrales de Miserere, donde esperaba alojarse en la casa de White, aprovisionada con anticipación, para convertirse en el cuartel inglés. Desde lejos pudo ver el regreso de Liniers, aunque no cayera en la cuenta que eran los mismos hombres que dejaron en el Riachuelo. Gower iba con la vanguardia de Craufurd; los hombres de Lumley estaban retrasados, por ser la fracción más agotada de la vanguardia.

Liniers llegó primero al matadero, donde formó sus tropas y 11 cañones en línea, oculto tras el cerco de tunas. Poco después de las 5 de la tarde, ya al oscurecer, llegó Gower con sus hombres. Los defensores dispararon. “Crawfurd, a pesar del cansancio mortal que empalidecía a sus soldados, ordenó calar la bayoneta y arremetió contra el enemigo” declara un testigo inglés. La arremetida de Craufurd, con sus dos batallones a la orden de Pack y Travis, tiene éxito y dispersa a las fuerzas patriotas. Las fuerzas de Liniers se separan en dos grupos: el ala derecha, unos 400 hombres de Velazco y Liniers, huyen hacia la Chacarita (vía la actual calle Corrientes); el ala izquierda, perseguida por Craufurd, enfila hacia la ciudad (vía Larrea, Alberti, Rivadavia).

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Liniers se salvó providencialmente de ser tomado prisionero en ese mismo momento. Había enfilado hacia el este, para escapar, cuando el joven teniente de los Húsares, Jorge Zemborain, tomando las bridas del caballo del general, le grita: “¡Por allí no, o el enemigo os atrapará! ¡Seguidme!”, guiándolo por el noroeste, hacia la Chacarita, donde Liniers esperara las noticias de Buenos Aires.

La división de Elío, que venía como refuerzo para Liniers, llegó tarde al combate de Miserere. A mitad de camino, al enterarse del desastre, se desbandaron, volviendo todos a sus casas. ( “Las tropas de Elío se desbandaron, volviendo solo a la plaza el jefe fanfarrón” define Groussac). Las tropas de Balbiani, que estaban guardando el puente de Gálvez, se replegaron hacia la ciudad.

Craufurd siguió a las tropas que se dispersaban, hasta la actual calle Callao, donde empezaba la edificación de la ciudad. “En ese momento me pareció aconsejable seguir al enemigo hasta la ciudad” escribió Craufurd posteriormente “y quise que el oficial que me traía la orden solicitara al general Gower que me permitiera hacerlo. Como respuesta recibí la orden perentoria de retroceder hasta los Corrales”. De haber seguido Gower, la sugerencia de Craufurd, hubiera tomado la ciudad esa misma noche, como lo temía Liniers que en Chacarita pasaba “su noche más amarga”. Pero Gower, siguiendo órdenes, vivaqueó con su ejército en la quinta de White, donde se aprovisionaron de carne, galleta y saquearon las casas vecinas, esperando la llegada de Whitelocke, dándole un tiempo crucial a los porteños.

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El grueso del ejército inglés, en tanto, había extraviado el rumbo, al malentender el vado por donde iba a cruzar la retaguardia: para Bourke, la vanguardia cruzaría por un paso aguas arriba del paso Chico; en realidad, la vanguardia de Gower cruzó por el paso de Burgos, aguas abajo. Cerca del mediodía del 2 de julio, tras tomar por las lomas de Zamora, para enfilar hacia el paso de la Noria, el grueso del ejército de Whitelocke vio que se estaba alejando de la vanguardia de Gower. Ya no podría unirse a la vanguardia, antes de la noche, por lo que decidió vivaquear ahí y mandar órdenes a Mahon que se quedará con la reserva en Quilmes. A las 5 de la tarde, Whitelocke escuchó los cañonazos del combate de Miserere. De haber estado ahí, con su vanguardia, hubiera decidido la batalla esa noche.