11.8.06

miércoles, 11.08.1806 - la hora de las armas

En la madrugada, llegaron al Retiro, las fuerzas de la Reconquista. "Liniers avanzó con toda su fuerza contra un sargento y diez y siete hombres, que eran lo más imprudentemente nuestro número total acantonados en el Retiro" cita Alexander Gillespie. Una compañía del Fijo vence a la guardia inglesa y se posesiona del Retiro, adonde llega Liniers quien emplaza dos obuses y tres cañones, más otras dos piezas de 18 libras que había ordenado previamente sacar de las cañoneras de Las Conchas, llegada por la mañana.

Dada la importancia estratégica que tenía el Retiro, Beresfordintenta la recaptura, enviando un grupo de 300 hombres, por las actuales calles Florida y San Martín, "pero a mi llegada cerca del lugar, viendo que el enemigo estaba en posesión de él, y después de un cañoneo en las calles entre sus cañones y los nuestros, no teniendo yo otro objetivo a la vista, ordené que regresaran".

La infantería de Liniers rodeó la ciudad, cortando los víveres al ejército inglés. Ese mismo día, se unió a los patriotas, en el Retiro, el batallón "La Unión" , formado en secreto por Sentenach y Fornagueira. Martín Rodríguez reconoció el terreno, entrando por varios puntos de la ciudad, llegando un día hasta la iglesia de San Miguel.

"Toda la tarde del domingo y todo el lunes 11 de agosto se combatió mucho en las calles, con fuertes pérdidas para ambas partes. Nunca se mostró por nuestros soldados valor más perseverante pero inútil contra huestes de antagonistas invisibles y otros pocos que eran más dignos de medirse con ellos" anota Gillespie con tono funesto. "Estos detalles pueden ser muy fastidiosos, por tanto me apresuro, dando los de otro día, que fue el golpe de muerte para nuestro breve reinado en América del Sur". "Por lo aconteció en este día pareció manifiesto que ya (...) debía tener en contra a toda la población de la ciudad" completa William Carr Beresford.


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A las 11 de la mañana, Liniers personalmente prueba una de las piezas de 18 libras que había hecho colocar en la barranca del Retiro (frente al actual edificio Kavanagh). En la primer ocasión le pega al casco de una cañonera; en el segundo intento le da a la "Justina", un barco mercante armado por los ingleses ("había un buque mercante en este tiempo que se había acercado a la ciudad para traficar, que nos fue de utilidad esencial"), pegándole al mástil de la mesana, "donde tremolaba la bandera británica que cayó al agua: feliz pronóstico del aje que debía recibir al día siguiente" anota Liniers. Efectivamente, algo de profecía oscura tendría el suceso para el navío "Justina" que sería protagonista de un raro hecho militar, al día siguiente.

El día transcurrió con combates callejeros, en medio de un frío intenso, que hizo más oscura la noche para la tropa que no había recibido raciones de carne. Home Popham desembarcó y convino con Beresford que abandonaría la ciudad al día siguiente, para marchar a Ensenada y allí embarcar. Evacuaron a los enfermos y heridos, pero no pudieron hacer lo mismo con las mujeres y niños por la falta de botes. Popham regresó a su buque, a la tarde. Beresford no sabía que era su última oportunidad de embarcarse. Esa noche, el cuerpo de Miñones se distinguió, auxiliados por la población, pasaron de azotea en azotea, eliminando los piquetes ingleses, hasta llegar a un par de cuadras de la plaza. Esa noche, la casa de don Miguel de Azcuénaga, frente al Fuerte, fue saqueada por los ingleses.

"Durante toda la noche del 11 un ladrar constante de perros se oyó en dirección al Retiro y su vecindad" recuerda Alexander Gillespie "que indicaba algunos movimientos extraordinarios".