1.5.06

sábado, 01.05.1806 – las cartas de William Carr Beresford

El mismo día 30 en que Home Popham enviaba sus cartas desde la isla de Santa Elena, el comandante militar de la expedición, el general William Carr Beresford hacía lo propio, en otra carta al ministro de Guerra. Lord Castlereagh, anunciándole que “estoy en viaje al Río de la Plata con una división de tropas puestas bajo mis órdenes por Sir David Baird”.

Beresford le expone al Ministro la razón de porqué se desviaron hacia Santa Elena, las tropas que puso a disposición el gobernador de la isla (cosa que veremos en un post posterior) y se muestra preocupado por la inferioridad numérica británica, para el tenor de la expedición que van a emprender. “Es probable que los Ministros de S.M., hasta tanto se aseguren del éxito de la empresa, no enviarán tropas para reforzar las que están a mis órdenes, ni yo puedo, hasta que me oriente mejor respecto del país, dar una opinión sobre la clase ni los efectivos que sería conveniente enviar; pero es obvio que la Caballería es de necesidad absoluta para que podamos apoderarnos del país” escribe Beresford.

La claridad de conceptos de Beresford se manifiesta en su pedido de urgentes instrucciones políticas (de las que carece en este momento), respecto “de cómo se ha de proceder en cuanto a los habitantes, sea que éstos se inclinen al dominio inglés o a lo contrario, o sea que se muestren a favor o en contra del dominio español, y qué esperanzas o estímulos se les debe brindar en cualquiera de eso casos. En cuanto me sea posible, y hasta recibir instrucciones explícitas, me abstendré de hacer otras declaraciones que no sean el goce y nuestra protección en el ejercicio de su religión, y la seguridad de que, mientras estén bajo la protección de Su Majestad, aprovecharán de un comercio menos restringido que el permitido por sus actuales gobernantes”. Estas palabras de Beresford deben ser tenidas en cuenta, cuando se analicen las primeras disposiciones del general, como gobernador de Buenos Aires.

“… Vuestra Señoría puede estar seguro de que pondré mi mayor empeño en atraer la simpatía de los habitantes si nuestra fortuna nos diese el éxito en esta empresa” resume Beresford.

Lejos está de saber los lazos que lo unirán a la ciudad que va a asediar en pocos días.