19.4.06

lunes, 19.04.1806 – Popham al ataque!

Poco después de tomada Ciudad del Cabo, se producen dos combates claves que redefinen el tablero europeo: el triunfo británico en Trafalgar y el éxito de Napoleón en Austerlitz. El resultado: el mar queda para Inglaterra; el continente, para Francia. La coalición contra Napoleón ha quedado disuelta y la seducción de España ya no es necesaria para Inglaterra.

El plan de Popham parece resucitar, como él mismo lo dice: “las causas que habían contribuido a suspender cualquier expedición a la América del Sud como una cuestión de prudencia, y a cambiar mi primitiva misión con la del ataque al Cabo, habían desaparecido repentinamente”.

A fines de marzo de 1806, el barco negrero Elizabeth arriba a Ciudad del Cabo, al mando del capitán Thomas Wayne, con noticias de Buenos Aires (posiblemente enviado por Guillermo White, un nombre que veremos más de una vez en esta página, espía inglés y amigo de Popham). Wayne informaba de lo fácil que sería tomar Buenos Aires, por lo mal defendida que estaba y auguraba que, “si se abre el libre comercio, todos los habitantes se apoderarían y conservarían de la mejor voluntad de la plaza para la nación Británica, sin necesidad de tropas, lo que sería una mina de riquezas”. Y él mismo ofrecía los servicios de su buque para tomar Buenos Aires.

Popham redobla sus esfuerzos. Adelanta al Almirantazgo su decisión de tomar Buenos Aires y, por otro lado, convence al General Baird que apoye su empresa, tentándolo con los tesoros reales acumulados en esas plazas. No tiene órdenes expresas del Almirantazgo, pero se basa en su Memorial para justificar la acción. Sospecha que una vez lograda la victoria, el gobierno no se opondrá a su audaz iniciativa.

Baird cede a la tentación y provee los hombres que necesita Popham, amén de indicar que “en caso de buen éxito, considero será oportuno que el general Beresford asuma el cargo de teniente gobernador” y lo nombra Mayor General del Ejército, puesto efectivo cuando asuma el rango de gobernador en América del Sur.

Sobre estas bases se levanta la primera invasión inglesa a Buenos Aires. De hecho, Beresford no recibe explícitas órdenes de Baird, sino que “vuestro proceder puede ser gobernado solamente por las circunstancias, y estoy completamente persuadido de que el honor y el crédito de las armas de Su Majestad y el bien general del servicio serán las reglas principales de vuestra conducta en todas las situaciones”.

Lo que Popham no sabía es que, cuando zarpó de Ciudad del Cabo rumbo a Buenos Aires, su protector en el gobierno inglés, William Pitt (a) el Viejo, había muerto de gota.